¿Es tan bonito, como dicen, trabajar como creativo?

Es una afirmación popularmente extendida esa que dice que trabajar en una agencia creativa tiene que ser maravillosamente divertido. La escucho habitualmente de boca de familiares, amigos e incluso clientes. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto?

La mayoría de profesiones están barnizadas de mitos, dichos populares y leyendas urbanas, aunque todos sabemos que no es oro todo el que reluce. Bien es verdad que el glamour que se atribuye a la profesión creativa —y hablo del caso de una agencia de diseño y comunicación— tiene poco a ver con la realidad, sin que esto signifique tampoco que lo nuestro es un martirio. Simplemente me gustaría compartir algunos de estos mitos que se atribuyen a las profesiones creativas, especialmente a los diseñadores y que, después de quince años de profesión, he podido vivir de primera mano.

Mito: el diseño es algo sencilla y agradable de hacer —y por lo tanto, lo correcto es pagar muy poco por eso—
Vale, lo he dicho de manera un poco brusca, pero es una actitud a la cual nos enfrentamos con frecuencia. Aunque sé que la mayoría de clientes respetan nuestra profesionalidad, es muy habitual encontrarse con otros que —puedes leerlo entre líneas o en esa sonrisa torcida cuando les haces llegar un presupuesto— piensan cosas “si yo supiera dibujar, también me pasaría el día cobrando para hacer garabatos” o “esto de la creatividad son sandeces, lo que necesito son resultados”. Desgraciadamente —para ellos— la creatividad es un proceso que tiene que someterse a una domesticación y parametrización, si quieres ponerla al servicio de unos resultados. No basta con tener ideas, hay que saber ejecutarlas. Y para eso necesitas confiar en un profesional del diseño.

Mito: El diseño es hacer cosas bonitas, agradables, estéticas
Es un mito, en parte. Desde que nos dedicamos a esto hemos hecho cosas que no consideramos bonitas —bajo nuestro propio juicio— y que han funcionado. Evidentemente, siempre se trabaja con la intención que resulte agradable y bonito para su público objetivo, pero esto no significa que sea agradable para todos. Es más, uno de los errores más habituales que observo al juzgar una propuesta de diseño es no ponerse en la piel del público objetivo y tratar de entender que a ellos les puede gustar algo que tú consideras incomprensible. Hay que dejar a un lado las valoraciones estéticas subjetivas y llegar a un acuerdo sobre que puede funcionar, en su contexto.

Mito: Se establece una enriquecedora relación creativa entre clientes y diseñadores
En general, falso. La relación entre un cliente y una agencia es la misma que en cualquier profesión: el cliente pide y ordena, el proveedor provee. No hay una relación colaborativa. Excepto refrescantes excepciones. Eso sí, cuando aparecen, te devuelve toda la fe en tu profesión.

Mito: Los creativos tienen mucha imaginación
No necesariamente. Lo que sí es de obligación es saber visualizar un resultado potencial. Visualizar tiene un matiz diferente a Imaginar. Cualquier profesión que necesite planificar puede emplear la misma creatividad que un diseñador. Lo que pasa es que, en nuestro caso, la hacemos visible gráficamente, mientras que en otros casos esta capacidad de previsión queda plasmada en un excel, en un plan comercial o en la distribución logística de un almacén.

Mito: El cliente siempre tiene la razón
En cuanto a que paga y tiene el potencial de decidir si tu trabajo es bueno o no, totalmente cierto. En en cuanto a que su visión sobre el trabajo de diseño siempre es la más apropiada, falso en ciertas ocasiones.

Mito: los diseñadores salen mucho fiesta, se codean con gente guapa y están siempre en lugares entretenidos en busca de inspiración.
Falso. La gran mayoría de profesionales que conocemos tienen que vivir enganchados a su silla para sobrevivir, y esto los deja poco tiempo para fiestas. Los que buscan enriquecerse en este sentido lo suelen hacer a expensas de su propio tiempo personal y por pura pasión por su trabajo.

Peeerooo…
Siempre hay uno pero, y en este caso muy positivo. Trabajar de creativo tiene su punto y reporta algunas alegrías. A saber:

Realidad: Nunca dejas de aprender
Y no hablo sólo de cosas técnicas. Tener que trabajar para muchos mercados y clientes de sectores diferentes te hace estar en contacto con otras realidades profesionales, culturales y personales. Se adquiere verdadera “culturilla general”.

Realidad: Vivos intensamente el presente
Cada proyecto es único y tienes que adentrarte en él para dar lo máximo. Lo que ayer te valió es posible que hoy no te sirva y tengas que buscar nuevas soluciones. Y estas soluciones están a la vez en tu talento actual y en tu capacidad de sacar lo mejor del cliente. Es una especie de renacer constante.

Realidad: Experimentas, cada día
Esto incluye jugar, probar y sacar nuevas conclusiones constantemente. Supone sentirse vivo profesionalmente, más allá de verse sometido al éxito y fracaso de ciertos proyectos en concreto.

Realidad: Cuando funciona, es casi mágico
El diseño es una profesión de comunicación y cuando tu trabajo consigue conectar realmente con el público, la energía que se genera —y de la cual disfrutas— es increíblemente placentera. Si la gente con la cual consigues conectar, además, es la que se pretendía en el briefing, el cliente solo puede sumarse a esta orgía de placer.

Dicho esto, no te tomes este lista de forma excesivamente seria… ni en broma. He exagerado un poco las cosas, pero la intención es dar fe de la realidad que he vivido durante muchos años y que he escuchado de boca otros amigos y profesionales del sector. Si estás pensando en dedicarte a esto, al menos espero que hayas visto con más claridad lo que te puedes encontrar.

Acabo con un vídeo de uno de estos momentos en los cuales realmente se disfruta de nuestra profesión, buscando ideas nuevas y experimentando con ellas. Son de unas pruebas para un spot de uno de nuestros clientes. Hay momentos así, por qué negarlo.

Jose Lomo
Gestión de cuentas y proyectos
jose@periferia.cat

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