¿Es tan bonito como lo pintan lo de trabajar de creativo?

FacebookTwitterLinkedInGoogle+Email

Es una afirmación popularmente extendida esa de que trabajar en una agencia creativa tiene que ser estupendamente divertido. Lo escucho habitualmente de boca de familiares, amigos e incluso clientes. Pero… ¿qué hay de cierto en todo esto?

La mayoría de profesiones están barnizadas de mitos, chascarrillos populares y hasta leyendas urbanas, aunque todos sepamos que no es oro todo lo que reluce. Lo cierto es que el glamour que se atribuye a la profesión creativa —y hablo del caso de una agencia de diseño y comunicación— tiene poco que ver con la realidad, sin que eso signifique tampoco que lo nuestro es un martirio. Simplemente me gustaría compartir algunos de esos mitos que se atribuyen a las profesiones creativas, especialmente a los diseñadores, y que tras quince años de profesión he podido vivir de primera mano.

Mito: el diseño es algo sencillo y agradable de hacer —y por tanto, lo correcto es pagar muy poco por ello—
Vale, lo he dicho de manera un poco brusca, pero es una actitud a la que nos enfrentamos con frecuencia. Aunque sé que la mayoría de clientes respetan nuestra profesionalidad, es muy habitual encontrarse con otros que —puedes leerlo entre líneas o en esa sonrisa torcida cuando les pasas un presupuesto— piensan cosas como “si yo supiera dibujar también me pasaría el día cobrando por hacer garabatos” o “esto de la creatividad son memeces, lo que necesito son resultados”. Lamentablemente —para ellos— la creatividad es un proceso que debe someterse a una domesticación y parametrización, si quieres ponerla al servicio de unos resultados. No basta con tener ideas, hay que saber ejecutarlas. Y, para ello, necesitas confiar en un profesional del diseño.

Mito: El diseño es hacer cosas bonitas, agradables, estéticas
Es un mito, en parte. Desde que nos dedicamos a esto hemos hecho cosas que no consideramos bonitas —bajo nuestro propio juicio— y que han funcionado. Evidentemente, siempre se trabaja con la intención de que resulte agradable y bonito para su público objetivo, pero eso no significa que sea agradable para todos. Es más, uno de los errores más habituales que observo al juzgar una propuesta de diseño es no ponerse en la piel del público objetivo y tratar de entender que a ellos les puede gustar algo que tu consideras incomprensible. Hay que dejar a un lado las valoraciones estéticas subjetivas y llegar a un acuerdo sobre lo que puede funcionar, en su contexto.

Mito: Se establece una enriquecedora relación creativa entre clientes y diseñadores
En general, falso. La relación entre un cliente y una agencia es la misma que en cualquier profesión: el cliente pide y ordena, el proveedor provee. No hay una relación colaborativa. Salvo refrescantes excepciones. Eso sí, cuando aparecen, te devuelven toda la fe en tu profesión.

Mito: Los creativos tienen mucha imaginación
No necesariamente. Lo que sí es de obligación es saber visualizar un resultado potencial. Visualizar tiene un matiz diferente a Imaginar. Cualquier profesión que necesite planificar y preveer puede echarle la misma imaginación que un diseñador. Lo que pasa es que, en nuestro caso, la hacemos visible gráficamente, mientras que en otros casos esa capacidad de previsión queda plasmada en un excel, en un plan comercial o en la distribución logística de un almacén.

Mito: El cliente siempre tiene la razón
En cuanto a que paga y tiene el potencial de decidir si tu trabajo es bueno o no, totalmente cierto. En cuanto a que su visión sobre el trabajo de diseño siempre es la más apropiada, falso en ciertas ocasiones.

Mito: los diseñadores salen mucho de fiesta, se codean con gente guapa y andan siempre en sitios entretenidos en busca de inspiración
Falso. La gran mayoría de profesionales que conocemos deben vivir pegados a su silla para mantenerse a flote, y eso no les deja mucho tiempo para fiestas. Los que buscan enriquecerse en ese sentido lo suelen hacer a costa de su propio tiempo personal y por pura pasión por su trabajo.

Peeeroooo…
Siempre hay un pero, y en este caso muy positivo. Trabajar de creativo tiene su punto y reporta algunas alegrías. A saber:

Realidad: Nunca dejas de aprender
Y no hablo solo de cosas técnicas. El tener que trabajar para muchos mercados y clientes de sectores diferentes te hace estar en contacto con otras realidades profesionales, culturales y personales. Se adquiere verdadera culturilla general.

Realidad: Vives intensamente el presente
Cada proyecto es único y tienes que sumergirte en él para dar lo máximo. Lo que ayer te valió es posible que hoy no te sirva y debas buscar nuevas soluciones. Y esas soluciones están en el ahora, en tu talento actual y en ti capacidad de sacar lo mejor del cliente. Es una especie de renacer constante.

Realidad: Experimentas, cada día
Eso incluye jugar, probar y sacar nuevas conclusiones constantemente. Supone sentirse vivo profesionalmente, más allá de verse sometido al éxito y fracaso de ciertos proyectos en concreto.

Realidad: Cuando funciona, es casi mágico
El diseño es una profesión de comunicación y cuando tu trabajo consigue conectar realmente con el público, la energía que se genera —y de la cual disfrutas— es increíblemente placentera. Si la gente con la que logras conectar, además, es la que se pretendía en el briefing, el cliente suele sumarse a esta orgía de placer.

Dicho esto, no te tomes este post excesivamente en serio… ni en broma. He exagerado un poco las cosas, pero la intención es dar fe de la realidad que he vivido durante muchos años y que he escuchado de boca de tantos otros amigos y profesionales del sector. Si estás pensando en dedicarte a esto, al menos espero que hayas visto con más claridad lo que puedes encontrarte.

Acabo con un vídeo de uno de esos momentos en los que realmente se disfruta de nuestra profesión, probando ideas nuevas y experimentando con ellas. Son de unas pruebas para un spot de uno de nuestros clientes. Hay momentos así, para que negarlo.

Leave a reply

Basic HTML is allowed. Your email address will not be published.